No es ternura el fuego de una pasión
sino la suavidad de una caricia.
No es ternura el oleaje que se desborda
sino el beso del cielo con el mar.
No es ternura la montaña que nos sobrecoge
sino la macetica de violeta perfumando en la
ventana.
No es ternura lo grandioso
sino la delicadeza, la insignificancia, el detalle.
No es ternura lo que se da
sino lo que se refleja y se deja traslucir.
No es ternura el sol que calcina
sino la luna que embruja,
El fuego que abraza
sino el leño que se consume.
No es ternura lo que sobresale y resalta
sino el escondite, el beso, la insinuación,
la luz y la rosa.
La ternura es eso que;
vitaliza al viejo, duerme al niño...
¡y desarma al hombre!
sino la suavidad de una caricia.
No es ternura el oleaje que se desborda
sino el beso del cielo con el mar.
No es ternura la montaña que nos sobrecoge
sino la macetica de violeta perfumando en la
ventana.
No es ternura lo grandioso
sino la delicadeza, la insignificancia, el detalle.
No es ternura lo que se da
sino lo que se refleja y se deja traslucir.
No es ternura el sol que calcina
sino la luna que embruja,
El fuego que abraza
sino el leño que se consume.
No es ternura lo que sobresale y resalta
sino el escondite, el beso, la insinuación,
la luz y la rosa.
La ternura es eso que;
vitaliza al viejo, duerme al niño...
¡y desarma al hombre!
Zenaida Bacardí de Argamasilla del libro, Ramilletes de estrellas"
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